En este tiempo de confinamiento, tejiendo pequeñas historias de esperanza con nuestras hermanas de la Comunidad de Beloso Alto
El 13 de marzo, algunas nos despedimos más conscientes de que tardaríamos vernos. Médicos, enfermeras, terapeutas y personal de servicios nos animaban a dejar la Residencia con palabras y gestos que nos transmitían ánimo y confianza.
Pocos días pasaron y la información llegó puntual: Para prevenir y guardar distancias aconsejables, algunas Hermanas pasaron a tener el servicio de comedor en la habitación y, de común acuerdo con las Hermanas, se quedaron en las habitaciones las más válidas y así las otras podían estar mejor atendidas en el comedor.
Al ser 16 Hermanas, todos los días hemos podido hablar con 3 ó 4 de ellas y esta posibilidad nos mantiene el contacto y el ánimo.
Un segundo momento llegó: Todas quedaron aisladas en sus habitaciones. ¿cómo iba a ser la reacción? Una alegre sorpresa. La doctora que venía informando diariamente de la salud de las Hermanas, empezó a poner al teléfono a las que querían hablar. Otra alegría para las dos comunidades, pues nos podíamos saludar y ellas preguntarnos por sus familias, de las que puntualmente les dábamos noticias que nos habían enviado.
Y la terapeuta Lucía una mañana nos puso en contacto con todas a través de la video llamada, ahí fue la emoción y la alegría de podernos ver y disfrutar y hablar y reír..
Sigue nuestro tejido de pequeñas historias: El domingo de Ramos todas las Hermanas al despertar se encontraron con una tarjeta de ánimo y por si fuera poco también les llegó en Pascua la felicitación de las comunidad de Vitoria.
Y estas son las pequeñas historias de esperanza que va tejiendo nuestra comunidad de Marcelo Celayeta con el personal de la Residencia y con la comunidad de Beloso.
Y al final, Covadonga agradece nuestros aplausos.