Nuestros fundadores y maestros

Maurice Garrigou (1766 - 1852)

El fundador del Instituto de Nuestra Señora de la Compasión en Toulouse.

Jeanne Marie Desclaux (1754-1831)

Co-fundadora de las Hermanas de Nuestra Señora de la Compasión.

Victorina Du Puy (1797-1884)

Fundadora del Instituto de las Hijas de la Compasión Siervas del Señor.

Mauricio María Mateo Garrigou nació el 21 de septiembre de 1766 cerca de los Pirineos franceses, en el castillo de Gudanes en el condado de Foix.

Castillo de Gudanes

Pero poco tiempo después la familia se trasladó a Toulouse.
A los 18 años, después de cursar brillantemente sus estudios universitarios, el joven Mauricio decide hacerse sacerdote. En 1784, ingresa en el seminario de Saint Charles de Toulouse.
No mucho después estalla la Revolución francesa y se decreta la Constitución civil de clero. Mauricio se ordena sacerdote en Auch y celebra su primera misa en la Noche de Navidad de 1790.

La experiencia de gozo que le invade la expresa de esta forma: “Sentí que estaba cubierto de la preciosa sangre de Jesucristo”

Durante los largos días de soledad vividos en la clandestinidad, medita ante el crucifijo la Pasión de Jesús. Contempla al Dios hecho hombre que sufre y es despreciado, sostenido por la presencia de María, su Madre, que de pie junto a la cruz, comparte sus sufrimientos…
Y Mauricio siente que el Calvario, en aquellos momentos, es toda Francia  conmocionada por la guerra y sus consecuencias: miedo, hambre, enfermedades, pobreza…
Y la Compasión  que iba configurando y desbordando su corazón al contemplar a Jesucristo,  encuentra su forma de hacerse acto, le orienta hacia los hermanos, los hombres y mujeres que sufrían allí, tan cerca. Esta manera de mirar, esa manera de sentir y compartir, esa manera de com-padecer orienta todo su camino misionero.

Fundación Casa MadreEsta  misma mística le permitirá ejercer con valentía su ministerio durante las fuertes perturbaciones de aquella época, e involucrar en su dinamismo apostólico tanto a laicos como a sacerdotes y a Religiosas.
Todos serán en la vida cotidiana, de una manera o de otra,  testigos del Rostro compasivo del Padre, agentes eficaces de evangelización, formando entre ellos “un solo corazón y una sola alma”.
El Instituto de las Hermanas de Nuestra Señora de la Compasión, que fundó en 1817, fue la forma de dar cohesión y continuidad a este hermoso Carisma.
En esta aventura Mauricio está acompañado por Juana Maria Desclaux, cofundadora y primera Superiora de la naciente comunidad.

Jeanne Marie DesclauxNacida el 25 de marzo de 1754 en Naillou, pueblo cercano a Toulouse, en el seno de un hogar cristiano y modesto, Juana María Desclaux se quedó muy pronto huérfana de padre y madre. A la edad de cuatro años, su tía Antonieta, que era Superiora del Convento del Buen Pastor de Toulouse, se hizo cargo de ella. Alos trece años, Juana Maria decide hacerse monja del Buen Pastor y a los 25  succede a su tia como Superiora de la Comunidad.

La Revolución la obliga a salir del convento y a buscar refugio en una casa particular del barrio San Miguel.
Allí vuelve a crear clandestinamente un lugar de asilo para los perseguidos, un lugar donde se puede orar y celebrar los sacramentos, sobre todo la Eucaristía.

Finalmente esta actividad es descubierta y Juana María es encarcelada. Conoció el horror de los calabozos, sufrió las mismas privaciones y los mismos sufrimientos que sus compañeros y compañeras de prisión, el mismo trato injusto y lleno de odio. Esta experiencia transforma su vida.
Descubre que su lugar y su misión en la Iglesia es compartir los sufrimientos e indigencias de los hombres y mujeres de su tiempo y de su entorno.

Cuando se restablece la paz, se instala con varias religiosas en Toulouse, en la antigua Casa de la Inquisición.
Allí  permanecerá durante 15 años, viviendo primero la duda, la desesperanza… y luego el renacer de su vocación. En la inseguridad y la incomodidad de aquella situación, elige definitivamente el amor de compasión, el amor que entrega su vida por sus hermanos. Así, colaborando en el trabajo de la Iglesia local, abre un pensionado para jóvenes.

Contaba 63 años, cuando el Padre Mauricio Garrigou le pide que asuma la dirección de la Congregación que quiere fundar: las Hermanas de Nuestra Señora de la Compasión. En 1817, habiendo asimilado plenamente la espiritualidad del Fundador de la Compasión, será la primera en profesar los votos en el seno de esta nueva Congregación de la que será también la primera Superiora.

Muere en 1831 rodeada de la Comunidad y acompañada por el Padre Mauricio Garrigou.

 

 

Victorina estaba casada con Alfonso PETIT de TOURNELLES pero quedó viuda a la edad de 42 años y perdió también a sus dos hijas.

Victorine du Puy

A partir de estos acontecimientos, esta mujer que llevaba una intensa vida cristiana, se sintió golpeada por el abandono y la ignorancia del mundo rural en el que vivía: la falta de atención a los ancianos y enfermos, el abandono de los niños y huérfanos…
Decide, entonces, consagrarse a los pobres con su persona y con sus bienes.
El invierno de 1841 fue tan crudo que le impidió estar cerca de aquellos a quienes protegía y cuidaba. Ante esta situación se dijo: “¿Y si les trajera a mi casa?”
Y el 5 de diciembre de 1841, Victorina recogerá en su casa al primer pobre. Un testigo nos cuenta: “ No cesaba de contemplarle”. En ese pobre contemplaba un sueño que se llenaba de luz, viendo un corazón necesitado de compasión.

En unos apuntes, firmados por ella misma en 1841, puede leerse:
“Con el fin de agradar a Dios y cumplir su Santa Voluntad, hoy 5 de diciembre, en el edificio construido para una fábrica de azúcar, abro un asilo para ancianos enfermos de los dos sexos, desprovistos de recursos”. Varias mujeres se unieron a ella y pronto toda la comunidad se pone al servicio de los enfermos y abandonados.

Castillo de Domfront

Monseñor Gignoux, Obispo de Beauvais, manifestará una constante solicitud por la Fundadora y su obra que pronto se erige en Congregación Religiosa con el nombre de “Hijas de la Compasión, Siervas del Señor”.

Las obras en los hospitales, las casas de ancianos, los cuidados a domicilio, los orfelinatos, los servicios parroquiales, las escuelas para pobres… se van extendiendo por las diócesis vecinas, llegando hasta Bélgica.

Su espiritualidad de Compasión, semejante a la de Mauricio Garrigou, favorece el que las dos congregaciones, atendiendo a la llamada del Concilio Vaticano II, se fusionen en 1969.