Tras más de un año de esta situación de pandemia, a la que no estábamos acostumbradas, han surgido iniciativas sencillas que nos han permitido experimentar la cercanía, la fraternidad y la celebración.
Durante un tiempo, María, laica que trabaja en la comunidad, junto con Laura, terapeuta de la Residencia Casablanca, hicieron posible que estuviéramos celebrando la Eucaristía “conectadas” en formato on line. Todas disfrutamos de poder estar “juntas”.
La idea central para celebrar la eucaristía que compartimos fue: “STABAT MATER DOLOROSA IUXTA CRUCEM LACRIMOSA”. Y como signo visible se colocaron dos bandejas con tierra donde se clavaron 15 crucecitas, en una, y 18 en la otra. Cada bandeja representaba a las Hermanas de uno y otro lugar. Durante mucho tiempo hemos vivido “al lado de la cruz de los demás” para que la pudieran llevar.
Esa actitud no ha cesado, pero se ha añadido algo que nos trae la edad: nuestras cruces de achaques, de falta de fuerzas que llevamos encima. Somos portadoras de una cruz y llevándola como María, ayudamos a que las demás lleven su cruz. En el Evangelio, solo habla el que muere y entrega todo a los demás. Es tan sagrado el momento, que solo se entiende en SILENCIO de amor y de entrega. El que nos ama, habla y hace. Y le escuchan y aprenden los que en SILENCIO están IUXTA CRUCEM.
Merche Ginel