En este tiempo tan difícil que nos toca vivir ocasionado por el coronavirus, nos hemos visto obligadas de un momento a otro cambiar nuestro ritmo de vida, horarios, actividades de rutina y otros para entrar en calma, mayor tiempo de oración, lectura sosegada y reflexiva. También a una mayor interacción entre nosotras y con el personal que trabaja en casa: Andrea, Alberto, Sara y Domitila que se han quedado en comunidad haciendo la cuarentena.
Durante estos días de convivencia hemos ido descubriendo cada vez más sus gestos de cariño, cuidado, aprecio, servicio y solidaridad en cada momento del día y la noche según las necesidades con cada hermana y de manera particular con las hermanas “dependientes”. Preocupadas por el dolor de tantas familias de nuestro país y del mundo entero algunas veces oran con nosotras, otras veces participando del compartir comunitario…
Sintiéndonos solidarias y en conexión con el sufrimiento de tanta gente que sufre en los hospitales, en sus casas causada por esta pandemia vivimos este tiempo “como un regalo el poder cuidarnos y acompañarnos en esta etapa de nuestra vida” y lo asumimos cada día como parte de nuestra fragilidad.
Cdad. de los Rosales
Lima- Perú