El día 9, nos reunimos la familia de Anuncia y la familia de la Compasión para celebrar sus cien años de vida y dar gracias a Dios y gracias a Anuncia.
Haciendo una breve reseña de su vida, la podemos titular: EL SABOR DEL TIEMPO. Es el sabor de la vida que ella nos está regalando. Somos conscientes de que el tiempo es un precioso regalo.
Hoy nos invita a gustar su vida, porque ha sabido saborear la PALABRA, el Evangelio de cada día que se le ha ido ofreciendo con sabores nuevos, a veces desconcertantes. La Palabra que le ha alentado a vivir desde el cariño, siempre disponible, y en esperanza gozosa a emprender caminos nuevos. Entre ellos, como fundadora de la primera comunidad en el Perú. ¡Cuánto sigue disfrutando al recordar aquella aventura…!
Las que la conocemos hemos visto que un día decidió sonreír a la vida, a las hermanas, a los cambios, a las pérdidas y desgastes que traen los años… incluso a reírse de ella misma. Es un arte procurar sonreír y agradecer lo que se está viviendo.
También nosotras le agradecemos todo lo que en esta etapa de su vida nos sigue regalando: esa serenidad, esa paz…, sus respuestas sabias e ingeniosas, tan espontáneas que siempre nos hacen sonreír.
Desde que no oye casi nada, nos ha enseñado el arte de escuchar con el corazón, vivir desde la interioridad y saborear el silencio y a veces la soledad. Y es que su roca firme, en la que se apoya, aparte del bastón, es JESÚS EL COMPASIVO, la Compasión hecha de ternura y lentitud, porque las cosas importantes se van formando lentamente. Su vida nos habla de la sabiduría de la lentitud y la serenidad. Nos habla del Dios Compasivo.